Nota del Diario Clarin
Más recursos, peor calidad: alertan sobre la
desigualdad educativa creciente en el país
Diputados y senadores
de la oposición, junto con expertos del área, advirtieron que los indicadores
de los últimos años son negativos. Y se comprometieron a hacer un seguimiento
cada seis meses.
“Si algo se admiraba de la Argentina era su educación.
Cuando Brasil nos superó en las pruebas internacionales festejaron como si nos
hubieran ganado al fútbol”. La metáfora deportiva fue aportada por el ex
ministro del área, Juan Llach, durante su presentación en el seminario “La
evolución de los principales indicadores de la educación argentina”, organizado
por un grupo de legisladores ayer en el Senado. Allí se difundieron cifras
preocupantes del sistema educativo en el país.
¿Por qué si hay más recursos para la enseñanza, con
una asignación del 6,4% del PBI, los resultados no mejoran? Esa fue la pregunta
que se hicieron los senadores María Eugenia Estenssoro, Ernesto Sanz y Rubén
Giustiniani; y las diputadas Gabriela Michetti y Margarita Stolbizer. En ese
marco se presentaron dos paneles de expertos, entre los que además de Llach
estaban Alieto Guadagni, de la Universidad de Belgrano; Irene Kit, de la
Asociación Civil Educación para Todos; Elena Duro, de Unicef; Carlos Torrendel,
de la UCA; y Silvia Montoya, del gobierno de la Ciudad. Y dijeron que harán un
seguimiento de las cifras cada seis meses.
Ayer se subrayó que
la jornada extendida aumentó 2,6% en el sector estatal entre 2005 y 2010, y en
el sector privado la suba fue del 42,76%. “En el año 2005 se proyectó que la
doble escolaridad alcanzara –en 2010– al 30% de los alumnos del país”, señala
uno de los documentos presentados ayer. Hoy sólo llega al 6%.
Además, creció la cantidad de jóvenes que no estudian
ni trabajan, como la tasa de sobreedad escolar. Y sólo el 43% termina la
secundaria: de ese total lo logra sólo el 27% del quintil más bajo de ingresos,
pero el 79% del quintil más alto.
“El objetivo en materia educativa no debería ser
solamente incorporar más jóvenes al sistema educativo, sino garantizar la
construcción de trayectorias exitosas que permitan a los alumnos ubicarse en el
año correspondiente a su edad”, dice el mismo documento. Esta desigualidad de
oportunidades se refleja también en que el 25% más pobre de la población llega
a estudiar 7,8 años, mientas el 25 % más rico alcanza 13,2 años.
Ayer pesó fuerte la comparación de Argentina en el
contexto regional. Y se citó a la Unesco: el país gasta por alumno más que
México, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, pero obtiene peores resultados (ver
infografía). Un explicación, según los analistas, es que en esos países “se han
logrado grandes avances en dispositivos de evaluación que permiten reportar
información certera. En el caso argentino, estos sistemas son muy débiles”.
Otro diagnóstico oscuro subrayado ayer: en 10 años la
Argentina cayó 20 puntos en los resultados de la prueba internacional PISA, que
mide las competencias de los alumnos de 15 años de casi 70 países. Pero Irene
Kit puso un manto de piedad: repasó datos históricos que muestran que la
educación años atrás era de mayor calidad, pero para pocos. Señaló que en 1980
el 25 % de los adolescentes no iba a la escuela. Y que el 57 % de los chicos de
18 años estaba fuera del sistema educativo. “Los resultados eran mejores, pero
la selección era mayor”, dijo.
Guadagni manifestó que “en la última década la
matrícula de la escuela privada crece a costa de un decrecimiento de alumnos en
las públicas”. Y destacó que “lo que ocurre en el conurbano bonaerense explica
buena parte de este deterioro de la educación estatal”. Además se refirió a la
mala asignación de recursos. Y dio un ejemplo: “La Universidad Patagonia
Austral graduó en 2010 sólo a 98 estudiantes sobre un total de 7.000. Esto
significa, según su presupuesto, que cada graduado le costó más 1,4 millón de
pesos”.
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